Multivisión lo tiene todo. Tiene tecnología. Tiene
programas (que no le cuestan nada, salvo la novela argentina). Y también un
exceso de celo incompatible con esa ‘mirada al universo’, que nos pretende dar.
De un tiempo a esta parte, es usual ver en su
programación fade ins intempestivos y
parches en el subtitulaje que obviamente ‘matizan’ sus películas y series,
haciéndolas más ‘potables’ y ‘poniendo al resguardo la sensibilidad’ de un
público que hace siglos perdió su virginidad audiovisual y, por tanto, no lo
necesita. (leer más)
Toda referencia étnica con matiz peyorativo, aunque sea parte del discurso, del tono de la trama o mera información, se va.
También se van referencias a droga, prostitución u
homosexualidad, incluso siendo jocosas o pertinentes dentro del texto o contexto
del programa.
No importa que se hayan visto mil veces sin cortes,
si la obra no se ajusta al [estrecho] criterio de ‘probidad’ de MV, se
edita en un anacrónico ejercicio de ¿censura?
Convengamos, nada está en el pasado para la TVC si
de ‘moralidad’ se trata. La TV Cubana,
conservadora por excelencia, se supera a sí misma con cada nueva iniciativa en
ese campo.
¡¿Cuál es el problema de decir que Barbra es una
madre judía cuando ella misma lo afirma?!
¿Una demanda? ¿Millonaria? ¿De quién? Si no los
demandan por piratear el 80% de su programación, no lo harán aquellos espectadores
que aún no estén curados de espanto con toda la [incontrolada e incontrolable] avalancha
mediática.
Puede que el público no entienda y sea preciso ‘ilustrar’
más a la masa. Pero no tiene el mismo sabor decir: soy una madre judía, a una
madre sobreprotectora.
Y ese no fue el único cambio que vimos en El príncipe de las mareas, exhibido por enésima
vez en la pantalla cubana.
La escena de la violación no se vio completa (y no
sólo por ser exhibida en horas de la mañana: los cortes son a todas horas y en cosas
realmente bobas).
¿Qué pasaría con Pasolini si, por casualidad, pasara
a los ‘éxitos de la 7ª puerta’?
Para una TV que se ha sumado, según dicen, a la
cruzada por el gusto audiovisual resulta rara esa nivelación de contenidos.
Contradictorio es también que todo el celo que invierten en ‘moralizar’
las películas no lo utilicen en buscar, por ejemplo, mejores y más
profesionales subtítulos y no repetir tanto los programas (que al final, ‘son
gratis’).
El subtitulado amateur es un atentado contra la
cultura, la lengua y los idiomas.
Pero eso a ellos no les importa.
Más le preocupa ponerle gafas oscuras a estas ‘miradas
al universo’, olvidando que el sol no se puede tapar con un dedo…
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