Por: Antón Vélez Bichkov
Lleno total, efervescencia continua y un derroche de virtudes, constituyó la tarde de concierto dominical (30 de diciembre de 2007), que tradicionalmente reúne en el Amadeo Roldán a los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN).
En esta ocasión, como regalo de fin de año, la
presencia siempre agradecida de una familia singular:
los López-Gavilán/Junco,
que además de las acostumbradas manifestaciones de talento nos ofrecieron dos
presentes: “La noche”, obra de Guido, y los solos de violín y piano,
respectivamente de Ilmar López-Gavilán Junco y su hermano Aldo, a quien
correspondió la titánica tarea de ejecutar el Concierto 3 para piano y
orquesta, en re menor, opus 30, del compositor ruso Serguéi Rajmáninov.
Dirigida por Dayana García Sivero – otro talento joven
de la escena sinfónica cubana, título de oro en dirección orquestal del
Instituto Superior de Arte (ISA) – llegó en primera instancia “La noche”.
Estrenada mundialmente en Venezuela por la compañía
Sinfónica Juvenil bajo la dirección de Claudio Abado, esta obra,
espléndidamente sombría, inquietante y lúgubre, recreó el universo misterioso
de las horas que siguen del ocaso al amanecer en un crescendo sopesado y
paulatino, impregnado de toda la luz que esta oscuridad sonora pudo traducir.
La ausencia total de la noción de puesta en escena,
que quizás hubiera recomendado un tratamiento más intencionado de las luces, no
consiguió mitigar el impresionante clima de densidad fecunda que su autor tejió
a lo largo de este bien entramado conjunto de notas.
Con una elegante grandilocuencia, López-Gavilán padre,
nos hace desfilar imaginariamente por todas las horas y respectivos estados de
ánimo de una noche rica y espesa, con derecho a fantasmas, sueños premonitorios
y visiones de este Apocalipsis de los sentidos y los horrores del alma, que
parecen exacerbarse solamente cuando cae el telón de la más profunda madrugada.
Seguidamente, ya más ligera y por ende más degustable
por la mayoría, vino “Chacona tropical”, pieza para violín, piano y orquesta de
cuerdas, que contó los siempre agradecidos solos de madre e hijo:
Teresita
Junco al piano e Ilmar en el violín, que despertaron las más encendidas
reacciones en la platea en particular por el derroche de maestría
interpretativa de éste último, no por gusto acreedor de premios y becas de
creación artística, que van desde el afamado Conservatorio “Chaikovsky” de la capital
rusa, hasta el presente doctorado en la Sutgers University, New Jersey.
Luego le tocó su turno a la obra de Pablo Sarasate
“Aires gitanos”, los cuales llegaban pausados, sin dejar traslucir total y
absolutamente los típicos ardores de ese pueblo, hasta que al final, en
apoteosis de colorido, despertó en el público un estallido de alegría, pasión y
ovaciones mayores que en la interpretación precedente.
El clímax lo constituyó la compleja interpretación del
Tercer concierto para piano y orquesta en re menor, opus 30, del compositor,
pianista y director de orquesta ruso Serguéi Rajmáninov (1873-1943), cuya
singularidad melódica lo ha transformado en una de las obras descollantes de la
literatura sinfónica mundial.
En crítica emitida en ocasión del reestreno de la
composición, cronistas del New York Herald reconocían que: “(...) por su
duración y enormes dificultades (...) se limitaba su interpretación (...) sólo
a aquellos pianistas de facultades técnicas excepcionales”. Y el no tan novel
Aldo López-Gavilán Junco, resultó ser de éstos.
Fuerza, ímpetu, dominio del instrumento, marcaron la
interpretación de este triunfador de la escena pianística internacional, que ya
cuenta en su acervo con buen número de premios y reconocimientos. La emoción se
apoderó del joven cuando el público, también tocado por la maestría de su arte,
se paró a aplaudirlo de pie. Y no era para menos, los aplausos fueron sinceros
y prolongados.
Ya para los finales, un reclamo casi imperativo de bis
incorporó a la familia en pleno, incluyendo a Guido, que dirigió la orquesta en
las tres últimas piezas, para ceder luego paso a los dos hermanos, quienes
improvisaron sobre un tema propio con inconfundibles aires de jazz y
bossa-nova, mereciendo nuevamente un explosivo aplauso de satisfacción y
aprobación.
Originalmente publicado en www.esquife.cult.cu
(material de archivo)
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