João Donato: sintonizado con lo celestial...

Entrevista a un as de la bossa-nova
Por: Antón Vélez Bichkov

Quien conoce de música brasileña, conoce a João Donato, y quien vio a João Donato el pasado sábado en el teatro Amadeo Roldán, en concierto dedicado al ya fallecido colega español Tete Monteliù, aprendió un poco más de este inclasificable autor, dispuesto a violar para bien los límites que --quizás un tanto artificialmente-- dividen la música en muchos guettos inconexos.

João Donato demuestra que no sólo es locuaz a la hora de encarar el piano, el instrumento en que “ha soñado” cada una de sus piezas, sino que maneja el verbo con soltura y colorido. De ahí que sea curiosa su recurrencia a otros no menos impresionantes nombres de la música popular brasilera para que le pongan letras a sus composiciones.Prueba de ello fue la entrevista que nos concedió poco después de su actuación, ya muy próxima la medianoche, en la velada del día 16 de febrero, ahí, justo ahí, a pocos metros de donde minutos antes había arrancado las más calurosas ovaciones de la activa platea.

Como las preguntas clásicas no pueden faltar, era menester empezar por la parte fáctica. La primera visita de Donato a Cuba fue en 2004, cuando el productor ruso de origen armenio Vartán Tonoyán lo invitó a grabar el primer CD del cuarteto Sexto Sentido, Bossa cubana. En aquella ocasión, Donato no hizo presentaciones oficiales, pero sí descargó en un night-club, cuyo nombre no pudo recordar, pero que sí sabía había sido sede del maestro Julio Montoro, del Cuba All Stars y de quien se confesaba un admirador. Montoro, le puso letra en español a tres de sus canciones: Ivonne (dedicada a su mujer), Joana (dedicada a la hija) y Bambam (dedicada al cachorrito de la familia).

Justo en ese momento, surge la oportunidad precisa para hacer una pregunta que preparamos desde el mismo momento de la presentación: ¿qué venía primero, música o letra? ¿sería el pretexto de una buena letra, con versos e ideas concretas, suficiente para dar nacimiento a la música, que sola nos parecía abstracta, sin finalidad concreta? Músico, al fin y al cabo, Donato aseguró: “La música no necesita palabras, ella explica lo que las palabras
no ya no están en condiciones de hacer. Es la primera manifestación. Cuando estoy sintonizado con lo celestial ella viene sola. Después organizo quien va a ponerle letra”. Y vean que el repertorio de colaboradores es extenso y prestigioso: Chico Buarque (Cadê você?), Caetano Veloso (A rã), Gilberto Gil (Emoriô), Abel Silva (Simples carinho, Entre o sim e o não), Martinho da Vila, etc.

Escucha música las 24 horas: la música que existe y está grabada y aquella que le viene a la mente y que rápidamente, para no olvidar la melodía, trata de anotar en algún papelito o registrar electrónicamente, hasta que pasado un tiempo, comienza a decantar y echa en la basura lo que él considera como tal y salva lo que pueda transmitirle a las personas un buen estado de ánimo, pues no le gusta impregnar sentimientos desagradables, como aquellos que transpone a la composición cuando está deprimido o con el astral bajo, como dicen los brasileños.

Para Donato, “la música es una religión”, a la que hay que dedicarse en cuerpo y alma, no es un “vacilón”, que puede dar espacio a otras cosas y pasiones. Hay que estar en total sintonía con ella, pues es algo “sagrado, más espiritual, una diversión sana”. Es “algo sencillo que cala en el corazón, algo infantil...”

Los cubanos, a su criterio, tienen eso, las letras son juguetonas y sin muchas complicaciones. Y como nuevamente, el propio intérprete da pie a otra pregunta gestada en el calor de la presentación, volvemos sobre la carga, para preguntar sobre la diferencia existente entre músicos cubanos y brasileños.

Para algunos, en particular el productor musical Alê Siquiera --quien dio esta definición--, los cubanos eran más dionisíacos, más apasionados, al tiempo que los brasileños conservaban una mayor ecuanimidad interpretativa, que hacía de ellos unos apolíneos clásicos, siguiendo conceptos psicológicos.

Donato cree que los cubanos son más entusiastas y más pasionales a la hora de encarar la música... al tiempo que el brasileño de un modo u otro trasluce una nostalgia, una ‘saudade’, que aunque no es exclusiva, sí es muy particular... “Yo me siento muy feliz por haber dedicado mi vida a la música, sin irme por el camino equivocado”, afirmó el nativo del corazón de la Amazonia, quien a pesar de que obra haya girado en torno de un género típicamente carioca, confiesa sentir todos los días la influencia de selva en su alma.

Originalmente publicado en http://www.esquife.cult.cu/ (material de archivo)


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