Lado a lado: el triunfo de la utopía

Se acabó Lado a lado. ¡Triunfó el bien sobre el mal! ¡Se concretó la utopía! Todos los ricos (malvados) fueron castigados. Perdieron su status y bienes. Los pobres (oprimidos y buenos)... bueno, los pobres, bien gracias, siguieron igual, porque, al final, estos sólo levantan cabeza en las novelas 'engañosas', 'no comprometidas'. 

En el país del racismo y la iniquidad social ¡finalmente! triunfó el talento sobre el prejuicio y no sólo Isabel brilló en escenarios foráneos con 'artes' típicas (entendiendo por artes los recursos humanos que gente de su perfil suelen usar para trascender; no el samba, aún embrionario y sin el encanto del ritmo actual)... 

José María, de barbero - marginalizado, incluso marginal - se vuelve ¡CEO! de una fábrica, en el colmo de los pies forzados (que ya incluyeron manifestaciones de heroísmo explícito, participación en hechos, unos históricos y otros con el prefijo 'a' y el saneamiento de las finanzas de un diario).

El término no es de la época. Pero tampoco fue la actitud, ni los referentes de este luchador de capoeira, que tiene más consciencia y conceptos de la cuenta en este avanzado 1911 novelero. 

Y como no hay nada como un estímulo moral ¡se hizo justicia! y Laura recibió - sin el más mínimo escollo - el premio que horas antes le había escamoteado el jurado por ser mujer. 

¿Qué más se le puede dar a quien lo tiene todo - amor, comprensión, medios - y desde el confort de su clase se da el lujo de impugnarla y jugar al sacrificio? 


Así fue el último capítulo de ésta telenovela que desde el episodio uno estuvo dando señales rojas en cuanto a coherencia y afinación histórica.


No dudo que la culpa la haya tenido el editor internacional. Éste suprimió la revocación del divorcio de Laura y Édgar; la humillación de Constanza, que tiene que vestir uniforme y servir al marido en 'pago' por su adulterio; la expulsión de Berenice  por idéntica causa;

dejó la enésima discusión entre Laura y la madre que, amén de no aportar nada y probar el avance nulo del relato, mostró que de las dos, la hija era más extrema e inflexible, siendo la madre la villana.

Pero el guión tampoco sale limpio en este desenlace tan decepcionante. Hacía rato que no veía un final tan atropellado y lleno de cabos sueltos.


Ejemplo: el mal amarrado chantaje de Catalina, que resultó obra del Senador y la prisión de la cantante lírica que, capítulos atrás, había recibido 300 contos de reis de manos de Édgar, para largarse de Río. ¿Por qué se quedó?

De la nada Constanza terminó en harapos y deportada a una hacienda (mostrando los poderes del karma televisivo, el más cruel y efectivo de todos los karmas que existen).

Bonifacio recibió una bofetada de su pasiva mujer que despertó - quizás - por descubrir la 'tradición-mayor' con la Baronesa. Pero aun así no dio síntomas, ni se maduró a lo largo de la trama. Como pasó con el rol de Fernando en este descubrimiento in fraganti. 

El comisario, tras apresar a Cenceño - probando que en la 'utopía' el delito no tiene cabida, más si es con menores - se quedó con la 'duda' sobre su hijo (ok, el que no sabe es como el que no ve ¿pero y Teodoro, no percibía que su mujer estaba lactando? ¿por qué lo descubre por casualidad?). 


Tampoco le fue bien a otra 'lacra de la sociedad': la inconforme Berenice que halló la muerte en el 'abismo que su propia ambición la llevó' (las prostitutas no entran en el cielo).

Y como los favores nunca se hacen completos, no bastó que Albertito se redimiera en errática trayectoria. Como era rico, blanco y malo, no le tocaba llevarse el gato al agua...

Gilda fue para Chico, un rol-oreja - de esos que sólo oyen y asienten - que creció con los capítulos y a pesar de un destello de realismo, cuando decide 'venderle el alma al diablo' por el éxito, terminó en la misma idealización activista que le restó todo el brillo y mérito a la denuncia.

Ni siquiera le tocó el cariño del hijo, que en una ecuación previsible y simplérrima, se exorcizó del hechizo de la bruja de Hansel & Grettel, cuando vio que atrás de la belleza, se escondía la 'fealdad' de una mala entraña...  



Ante una semana final bastante floja, valía la pena administrar mejor sus peripecias y dramas. 

Haber distribuido algunos de estos contenidos en varios clímax previos para luego derivar en un gran final (que en realidad tenía poco que resolver, muy a pesar del picadillo que nos sirvieron).


¿Cuál es el sentido que Constanza interne a Laura en un hospicio como momento cumbre, si  todo se resolvía con la mera intervención de Édgar? 

Nuevamente culpamos la edición internacional. Puede que cortaran muchas partes y vasos comunicantes que hicieran esta situación más inquietante. 

Pero amén de no durar mucho, no se construyó con tino dramatúrgico. Suponiendo que la aparición del nuevo médico enredara la pita de la villana y el tiro le saliera por la culata ¿de qué valdría esta escalada de la intriga, si la solución estaba a la alcance de la mano? 

La que debería haber salvado a Laura, era Isabel, cuya amistad se había puesto en jaque capítulos atrás y que así probaría la firmeza y autenticidad de su sentimiento. 

¡Tantas mentes produciendo trama y salen con esto? 


La ceremonia del casamiento de Candomblé fue otra de las 'licencias poéticas'. No sólo por una visualidad de revista del corazón, con énfasis en tejidos y flores blancas, sino porque no existe nada ni ritual, ni histórico que la refrende e intitule a una mãe de santo a casar a nadie. 

Los yorùbá no se casan así. Una ìyálóòşà no es un cura, ni un pastor con licencia matrimonial - al estilo USA - para oficiar una boda... 

En general, el teque* de Lado a lado fue tanto que Jurema ¡finalmente! ve en los caracoles que el niño está vivo y los escritores tratan de ¡racionalizar! la revelación, diciendo que más que el oráculo, la santera lo que 'leyó fue su corazón'. Todo para no manchar la 'lógica' y no ofender a los cristianos. 

La telenovela no es razón es ¡emoción! y aunque los caracoles no hablen tanto, el misterio es innegable. Muy forzados el dato y la ecuación de la brésilienne... para concluir que Elías era su hijo.

Y después dicen que el melodrama clásico es evasivo y escapista. ¡Por favor! Lado a lado fue la concreción de la utopía en términos de telenovela y como sabemos en la utopía nada es real...

PS. Walcyr Carrasco, si no copió, se inspiró en el internamiento en el sanatorio y la madre que asume a un hijo ajeno en Rastros de mentiras, una novela que, sin embargo, no tuvo el favor de la crítica  quizás por no ser tan políticamente correcta como ésta, al punto que nadie se atrevería a levantar una bandera en su contra so pena de ser tachado de retrógrado o racista.

Lado a lado: folletín militante

*Conversación larga y tediosa que persigue convencer a alguien para que tome una acción determinada 

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