Aquí estamos, pero de ahí no salimos… o nueva novela, viejos problemas



Por: Antón Vélez Bichkov
En las telenovelas cubanas hay algo evidente: el (los) que las escribe(n) no tienen ni la más mínima idea de lo que es su técnica y su arma principal, la creación de situaciones.  
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Conozco un periodista que me criticará tanto totalitarismo de primera y pata. Ni bien empecé y ya estoy dando conclusiones, cuando lo ideal, siempre será, dejarlas para el final.

Pero sucede que dicha carencia es tan evidente, que enunciarla, podría ser llover sobre mojado. Por ende, me perdonarán que sea tan radical de cuajo y que cometa otro 'gran pecado' - el de no ver mucho, para sacar conclusiones tan globales - pero la historia de las novelas cubanas y sus sucesivos fracasos, es tan larga, que no creo que haya que hablar demasiado para convencerlos.

La actual (la reciente Aquí estamos) parece repetir a pie juntillas los defectos de sus predecesoras, que si no fueran tan burdos, podrían calificarse ya como un (triste, dicho sea de paso) 'estilo'.
Pero bueno, vamos por partes y analicemos lo que hasta ahora nos ha mostrado (o no) la novela, que salvaría la honrilla del dramatizado nacional, luego de meses de exilio de las pantallas y (una vez más) suplido por otra no menos impopular retransmisión (la 'segunda temporada', como le dicen, de El balcón de los helechos, también con pretenciones de alta dramaturgia, pero que se queda en eso... la intención).

ABC

La telenovela, como casi todo en la vida tiene un ABC. Y aunque sé que muchos dentro de la TV Cubana tratan de negarlo, no creo que deba explicar demasiado en qué consiste. De hecho, el público, es el que mejor lo domina. Tan pronto algo se sale del carril, la reacción no se hace esperar. ¡Ah, pero es natural, la reacción ante lo nuevo!, dirán aquellos que buscan la subversión del género (sin tener ideas concretas para lograrlo).

Sin embargo, a nadie se le ocurriría reiventar el huevo frito o descubrir el agua tibia. Todo tiene un principio, un sentido, una forma, el buen oficio, la especialización, sus especificidades. Ahhhh, noooo, pero aquí, como hablamos de un producto 'artístico' (las comillas son más que necesarias), todos meten sus narices, aunque pocos sepan lo que huelen...

Así pues, la nueva novela es víctima de esa misma tendencia 'innovadora', que con sus defectos quizás honre su nombre, pues 'aquí estamos', pero de ahí no salimos.

Cenicienta...

Convengamos, que hacer una 'telenovela clásica' a la cubana, resulta un poco difícil, ya que el entorno actual, en apariencia no permite reeditar las estructuras del más usual folletín (no hay aquí esa brecha clasista tan recalcada y que es base de los novelones made in Televisa, Telemundo o incluso, TV Globo: chica pobre quiere chico rico, chico rico quiere chica pobre... aunque los ricos y pobres, últimamente van emergiendo, muy a pesar de los deseos oficiales).

Pero una cosa es querer contar la 'Cenicienta', como la cuentan ellos. Y otra muy diferente es contar nuestro propio cuento de hadas... porque eso sí, la telenovela, puede irse a mil años luz de El derecho de nacer y evitar los excesivos lloriqueos de los culebrones, pero no puede perder una cualidad: hacer soñar.

La esperanza no debe faltar, hasta en los más siniestros retratos novelados de las sociedades, que utilizan a la perfección los pinceles del género, aunque sus colores sean otros (vean el nunca perecedero ejemplo de Vale todo o Roque Santeiro, con la crítica social en una mano, pero con el folletín bien agarrado en la otra, incluso un folletín novedosos y diferente, como es el caso de la segunda).

Verosimilitud

Esperanza, no es necesariamente sinónimo de idealización - confusión muchas veces presente en nuestros proyectos... Ahí están las 'mansiones', que se 'viven', pero no se ‘explican’. No dudamos que La Habana esté llena de buenas casas, que tienen de todo, pero casi siempre, en la vida real, esas casas, tienen su explicación por detrás (tiene un familiar en el extranjero, trabaja en una firma o incluso, es dependienta de una TRD o una instalación hotelera).

Nadie lo cuestiona. Todos lo entienden. Ahora, cuando los caserones se presentan como el promedio de las viviendas del cubano común y corriente, ahí enseguida empiezan las protestas y los justos reclamos contra la enajenación.

Siempre he creído que nuestra realidad da para hacer buenos novelones, con enredos, intrigas y mucho amor (¿o es que el amor romántico y apasionado es exclusivo de 'afuera'? ¿no se aman los cubanos como todo el mundo?). Lo que sucede, que para poder escribirla hay que saber cómo y es lo que falla en la mayoría de las ocasiones.

Oficio

Si al menos, dijéramos que saben escribir en general, pero sucede que no. Hay mucha improvisación, pobre dominio de la técnica dramatúrgica y más que eso, de las estructuras televisivas y de una gran y necesaria capacidad: la de crear situaciones (con apellido 'novelescas', si ese es su gusto).

Creo que desde que apareció el cine, más ha primado la estructura, que la dramaturgia para concebir guiones. Hay que tener arte, claro está, para que la obra no se transforme en una mera plantilla con nombres y locaciones cambiadas. Pero hay que saber cómo estructurar un guión, a partir del tipo de programa que queramos elaborar.

La telenovela, evidentemente, no tiene los mismos requerimientos del policíaco o de la comedia de situaciones (sitcom), aunque pueda apropiarse de esos códigos y fundirlos con los suyos.

Para poder salir de algo, lo primero que hay que hacer es estar en él y lamentablemente, desde que empezaron los famosos Horizontes y se exilaron las tan criticadas novelas jaboneras de la radio, en Cuba se ha estado en el limbo genérico, pues aunque lo que se escribiera adoptara la forma externa de una telenovela, jamás, llegó a serla.

Horizontes... del intelecto

Quien piense que Delia Fiallo, por escribir productos como Lucecita, Esmeralda o La señorita Elena - las más versionadas, con más de 5 remakes cada una - era una especie de inválida mental, incapaz de crear algo artísticamente más valioso y profundo, se equivoca.


Delia, recuerdo haber leído en una revista española, se graduó de Filosofía & Letras, en la Universidad de la Habana y aunque no tuviera el título, el sólo hecho de escucharla bastaría para entender que con las visiones que impone su crianza y su tiempo (nació en 1918), era y es una mujer de inteligencia respetable y que supo exprimir de las complejas emociones humanas, sus gotas más elementales, con ese y otros ingredientes más hacer algo que podríamos llamar 'arte popular'.

Lo mismo le sucedía a Inés Rodena, otra cubana con más de 30 novelas, regrabadas cada una varias veces hasta hoy con idéntico éxito. En esta lista de ilustres novelistas cubanos no podemos dejar de mencionar a Caridad Bravo Adams, Dora Alonso y claro está al maestro de todos Félix B. Caignet.


Ivani Ribeiro
La brasileña Ivani Ribeiro - con 38 telenovelas en el currículo -  también era versada en cuestiones filosóficas (con su respectivo diploma). Janete Clair, la Maga de las 8, era un 'simple actriz de radio', pero con una inteligencia emocional descomunal, sobre cuyas bases se construyó el actual imperio mediático de los Marinho (Organizações Globo).

Clair, fue un poco más allá de sus colegas latinas y fue moldeando un género, que se coció definitivamente en la forja de Gilberto Braga, el más refinado autor de folletines de la actualidad. Cuando analizamos las espinas dorsales de las tramas ¿qué vemos en la superficie? Un chisme.

En el fondo, sin embargo, hay un complejo entramado social, que retrataba las más agudas contradicciones que experimentaba la sociedad de aquel país en una de las épocas más complejas (matizada por un proceso de rupturas entre lo antiguo y lo nuevo, lo rural y lo urbano y si no bastara, una dictadura, que poco o nada, permitía decir).


Janete Clair, la Maga de las 8
Así pues, los guionistas cubanos, se sientan ante la máquina, al parecer, con una hoja en blanco y con la expectativa de que una generosa musa baje hasta su teclado y les escriba las telenovelas por ellos.

Sucede, que las musas deben tener las mismas limitaciones del cotidiano y por problemas de transporte padecen de ‘ausentismo laboral’. Por eso, como bien recomendaba un maestro de la técnica 'teledramatúrgica' Saúl Rogel, hay que saber y poder programar la trama hasta lo infinito, pues nada se debe dejar a la improvisación (aunque el artista 'genuino' se permite licencias, claro está...)

Producción

Los modelos de producción, también inciden de forma negativa. La TV Cubana crea un producto natimuerto, algo que no está 'vivo', pues nace con todos sus capítulos listos, sin la posibilidad del elemento más enriquecedor de este tipo de realización: el feed-back (o retroalimentación, para usar un término en castellano y menos tecnicista).

La empresa de telenovelas del ICRT es (o era) una empresa en perfeccionamiento y siempre me pregunté ¿cómo? si no había forma de medir su rentabilidad o sí. Y evidentemente, rentable, no es... pues las telenovelas se hacen, se emiten, no siempre (pocas veces) gustan y luego se guardan, para cuando más... una retransmisión o segunda, tercera, cuarta e incluso quinta temporada (como jocosamente lo ha bautizado el pueblo, acostumbrado a las series foráneas).

De venderlas ni hablemos... Eso se logró con unas pocas y para eso cumplían con el canon (aunque en su más baja expresión, tipo Venevisión o RCTV, de lo peorcito del mercado).

¿Cómo se puede invertir en un producto que al fin y al cabo sólo dará pérdidas? (no será una obra de arte en sentido estricto, no logrará la comunicación absoluta y lo único que conseguirá cabalmente es rellenar las horas de un público, que cada vez menos se conforma lo que lo que le empujen y prefiere migrar para los DVD o las computadoras y ver los 'seriales', que están haciendo furor o ver las novelonas made in México, copiadas del 23 ó el 51).

Mejor dicho, se sabe cómo se puede... lo que no se sabe es que se considere una empresa en perfeccionamiento, cuya máxima es la eficiencia.

Pensarán algunos que me leen ¿y a qué se metió este en tan escabroso tema? pero es evidente, que si los novelistas escribieran bajo otro modelo, al menos, tendrían la oportunidad de la rectificación, hoy desterrada de plano, con la consiguiente insatisfacción estética, popular y económica.

Aquí estamos...

La actual telenovela peca de varios problemas, que someramente enuncio... Si se corrigen, el tiempo lo dirá... aunque es difícil que la 'montaña para a un ratón'. O deberíamos usar el adagio al revés.

Su marco de acción fue una opción fatal.

El día que los 11 millones de cubanos seamos afiliados del Consejo de las Artes Escénicas o al menos miembros de un movimiento de aficionados, quizás conseguiremos identidad más directa con el meollo del conflicto: el mundo de las tablas.

Sin embargo, la mayoría no sólo no entiende nada de teatro, ni de sus intríngulis creativos, sino que ni siquiera puede reconocer entre  intrigas y trapisondas del mundo teatral  los tan bien enmascarados conflictos del cotidiano. La metáfora vale, ¡cómo que no! pero en este caso, se ha buscado un contexto con demasiadas especificidades propias, allende de los conflictos habituales del día a día.

El capítulo

Empezar con una aburrida (en la trama y fuera de ella) obra de teatro híper-conceptualista y que ocupó más minutos de la cuenta en pantalla, evidentemente no fue una buena opción para despegar.

Si eso es lo que nos va a situar en lo que veremos a continuación, tenemos todo el derecho del mundo de cambiar de canal (¿para cuál... digo?) o apagar el televisor, pues lo que se anuncia no es muy estimulante. La técnica, recomienda un 'detonante', algo que impulse la trama hacia adelante (o quizás no, basta con que nos enganche) e incite continuar en sintonía.

Quien pensó que saldríamos del 'tema' a la 'trama', se equivocó, pues seguimos durante la próxima media hora, escuchando sobre las frustraciones creativas de un recién graduado del ISA, sus limitaciones laborales en provincia, los típicos choques generacionales, así como entramos en contacto con algunos problemas de ética (la novia que compone por el novio, la puja por el viaje, etc.)

Parecería que mal que bien algo sucedía y los 'conflictos' estaban esbozados. Sin embargo, no fue suficiente... 'algo' faltaba. ¿Y éste ‘algo’ qué es? ¿La emoción? Podría ser. ¿La acción? También. Pero sobre todo una 'historia', un cuento... lo que la vecina le contaría mañana a su amiga en la cola, cuando le tocara 'reproducir' el capítulo de la novela que ésta por H o por B se perdió.

En las brasileñas no es difícil... Fulana hizo esto, mengano lo otro, se descubrió que ciclano es aquello y zutano, resultó que era esperancejo...  En las cubanas, lo invito a hacer el experimento, cuando tenemos que resumir 'qué pasó', muchas veces nos encoclochamos. Podemos decir qué problema aqueja a la persona, pero no las consecuencias que estos problemas traen y provocan.

Y este es otro de los grandes defectos de los dramatizados cubanos: se presentan conflictos, pero no se escriben historias.

Historias... conflictos...

Me gusta decir que el conflicto es un punto y la historia, una línea. Cuando se narra una historia, difícilmente no haya acción, pues sin ella ésta no avanza. Cuando se escriben 'conflictos', el resultado es idéntico a la tesis de grado de un sociólogo, antropólogo o cualquier otro especialista, cuyo material básico sea la vida cotidiana.

Y en este caso, aunque muchas cosas sean sutilmente reconocibles - todo ahí es 'humano' - no resultan familiares, porque los que las viven, son, justamente tan parnasianos, como esas musas, que los autores convocan - por lo visto en vano - para entretenernos (y según ellos, hacernos reflexionar).

Es evidente, que se trata de una 'coincidencia', pero la retransmisión anterior (el impopular Balcón...), no sólo se desarrollaba en el mismo marco (los pasillos, guión, mundillos del ISA), sino que traía casi el mismo repertorio temático, con el plausible riesgo de saturación (¿cuántas tramas seguidas con lesbianismo de por medio será necesario para lograr lo contrario de lo que se desea? la aceptación).

Puede ser falta de 'creatividad' (cosa ya evidente), pero también suena a 'necesidades del medio'. Está claro que en el ICRT existe una cartilla de temas indispensables para su tratamiento (y no lo cuestionamos, cada medio tiene su agenda temática, lo cual es más que legítimo, más aún viendo que los temas son de extrema sensibilidad popular), pero lo que sí no tiene normado el ICRT es cómo desarrollarlos y ahí es que entra el talento de esos escritores, que se supone deben volver 'arte', lo que en el papel es un requerimiento.

Los guionistas

Ya que hablamos de ellos... ¿a quién tenemos delante? A Alfredo Felipe Pérez. Un desconocido - ningún problema, la sangre fresca, más que recomendable, es imperiosa... ¡no hay guionistas - dicen - en la TV cubana!. Y a Hugo Reyes, un actor, que se estrena además como director.

Según Reyes, su experiencia histriónica debería ayudarlo a crear diálogos más 'creíbles', más 'pronunciables', sin embargo, al oír tres o cuatro capítulos de Aquí estamos, nos preguntamos ¿de qué hablaba él?

El airecito coloquial de algunos textos, no compensa la pobreza y el simplismo de otros...

Con diálogos así, ya lo he dicho varias veces, es difícil que un actor pueda sonar orgánico. Ni nuestras mayores 'estrellas' lo lograrían (muchas veces no tienen nada qué actuar, sólo decir parlamentos) ¡¿Qué decir de actores a ojos vista verdes y sin fogueo en el medio?!

El director

Pero la falta de dirección de actores es más que tangible. Rafael 'Cheíto' González  no es precisamente un especialista. Sus anteriores telenovelas lo prueban y aquí, parece no será la excepción. Y si alguna de las figuras (que las hay, con un positivo balance de generaciones) tendrán sus momentos de brillo, será, única y exclusivamente, por su capacidad de sacarle aceite a un ladrillo.


Cheíto dirigiendo una escena
Guión

Hasta ahora sólo hemos visto una sucesión de conversaciones (algunas torpemente montadas, la estructura interna de la escena, también debe respetarse), una que otra situación subida de tono en el papel, pero sin la misma fuerza en pantalla (otra vez, falla dirección de actores y escena) y mucho, pero mucho aburrimiento, con las legítimas, pero poco comprensibles aspiraciones del protagonista Pedro.

Héroe

Sé que sería un extremismo de mi parte, pero si por ejemplo Pedro fuera carnicero y se fuera abriendo paso en la vida, con una posible y loable superación paulatina, con los conflictos del día a día atormentándolo, quizás la respuesta sería más inmediata y directa.

Yo sería uno de los que no me identificaría con un vendedor de carne - no es mi registro y no siempre suelen ser un ejemplo 'digno' para la sociedad... ya conocemos sus ‘vicio’ y ‘máculas’ - pero sí me identificaría con el esfuerzo, con el sacrificio, con su voluntad de sobreponerse a las dificultades, pues muchos problemas que pueden aquejarlo a él, pueden ser los mismos que padecen médicos e ingenieros.

Bueno, ahora que lo pienso, el carnicero suele manejar sumas más abultadas... pero la idea está clara: un ejemplo popular, con cualidades arquetípicas suficientes, que logre solidarizar a los que están por debajo y por encima de él...

La telenovela clásica triunfa, pues casi siempre, en su eje, tiene a un ‘representante del pueblo’ y aunque siempre terminen ricos, en el camino padece los mil y un tormentos que aquejan a los humanos, independientemente de su clase social.

Así pues, es más fácil que un ingeniero se identifique con un carnicero, por atroz que eso suene, que la masa fundamental pacte con las suertes de un actor teatral, cuya principal inquietud es la imposibilidad de realizar sus necesidades creativas. Hace falta (tele)transportarse demasiado...

(ahí está el ejemplo de Espartaco, el último grito en términos de ‘seriales de computadoras’: Roma, entre el 113 y 71 a.n.e. y aún así consigue la identidad de los espectadores cubanos del 2010, pues trabaja a la perfección una cosa: las emociones humanas).

Si la telenovela quiere capitalizar su atención a partir de la naturaleza, aparentemente, chocante de sus conflictos quizás lo logre... pero no creo que lo haga por su narrativa, ni tampoco por su lenguaje, ni mucho menos por lograr una debida identificación con sus caracteres. Y así, tendremos, los próximos 3 ó 4 meses (quizás más) diarias polémicas en los centros de trabajo, donde muchas veces indignados, ya sea por aburrimiento, como por la sensibilidad herida, reclamemos de la ‘nueva’ novela cubana, que lo único que trae es viejos problemas.

PS. La escenografía y la música, hasta ahora, son de lo más salvable. Vamos ver si la lista crece con los días.

Actualizado 19:59 05/11/2015

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Estoy muy de acuerdo contigo, las novelas cubanas no salen de esos esquemas, todo muy superficial, dialogos tontos, tal parecen improvisados y no de un excelente guion.
Y es lo que comentas, de amor no tratan nada, no es como novelas brasileñas que son muy apasionadas, por no decir colombianas o mexicanas(estas ultimas no me gustan mucho), tal pareciera que los cubanos solo estan lleno de problemas y el amor se les fue al piso, que novela cubana en los ultimos años ha tratado una bonita historia de amor???