Simone: “Ai de mim que sou romántica!”

La brasileña Simone vuelve a la carga, con disco esencialmente amoroso, pero con la elegancia como premisa 

Por: Antón Vélez Bichkov

Foto: Henrique Bassani

¡Señores ella es romántica! ¡Explícita y deliciosamente romántica! Consciente de su poder cuando el tema es amor, Simone vuelve al ataque con un disco básicamente amoroso, con que pretende, además, festejar sus 40 años de carrera. No es la fiesta erudita del talento que algunos esperan, pero no parece – amén de la propaganda – ser ese su leitmotiv original.

Cercada de doce compositoras, de ayer y de hoy, la Cigarra recorre el camino de la música que más conoce: la balada y el samba, sin olvidar que su voz es inmensa. Y, como para demostrar que si no lo hace, es porque no quiere, graba, no sin osadía, cuatro temas más sofisticados.

No lo dijo todo, pero lo que dijo, lo dijo bien. Regresan los tonos más altos, que potencian el lado tierno, femenino, de ese grave aterciopelado de contralto (tan adecuado para las inflexiones eróticas). También las sutilezas, no siempre apreciadas, de los arreglos, que tienen como fin básico el placer emocional.

Es obvio que a esta altura del campeonato no va a destruir su frágil prestigio, ‘cortándose las venas’, como en discos más populares del pasado. Pero no deja de ser un álbum ‘comercial’. Elegante, mejor disimulado mas siempre con el gusto popular en foco. Y lástima fuera.


Menos drama. Más luz. Como para recalcar el estado de gracia alcanzado en sus prolíferos 40 años de jornada. Y esa sensibilidad femenina a flor de piel, con un toque – discreto – de filosofía. Eso basta para esta peculiar fiesta de cumpleaños.

Nada más. Quien insista en un disco de aniversario, seguirá frustrado, pues la baiana hizo otra cosa.

Incluso en las baladas más apagadas – y casi todas lo son – Simone se las arregla para darle ese elemento ‘solar’, optimista, tan apreciado por la masa. 

Y aquí es donde hacemos la primera crítica. Como si estuviera presa al ‘qué dirán’ y temiendo salir del difuso punto del ‘buen gusto’, la Cigarra se muestra comedida y opta por arreglos demasiado económicos (incluso monótonos), en su segmento sentimental.

A menos que buscara reforzar el mensaje y dejarnos a solas con la voz impar de la cantante, Leandro Braga, el arreglista, dio muy pobres soluciones a Descaminhos, Vida de artista y Só nos resta viver. Su piano es muy insistente y sale hasta en la sopa. 


Las salva, el matrimonio entre sentimiento y eros, en que Simone es toda una maestra. Ese tremor es único en la MPB, más cuando el asunto es la emoción. 

En lo demás su trabajo es bien apreciable. El segmento pop es muy fresco. Ídem al bailable.

Otro punto bajo es la dramaturgia. Se entiende: no es un show, una sección romántica, contrapuesta a una rítmica, desentonaría. Pero la fórmula balada/ samba/ bolero se agotó en los lanzamientos más recientes.      

La Simone de los 80 – que difícilmente vuelva – habría incluido una balada de los quilates de Mulher o suficiente,  pero con asunto amoroso, abriendo el imaginario lado B del registro.

El disco lo pide a gritos y el público, que añora una Simone más pasional, que docta, lo habría agradecido (¿cómo explicar, si no, el # 1 de Acreditar, un sambão total, en las bajadas del iTunes?).

Eso habría eliminado el sinsabor que queda tras un comienzo demasiado alto y auspicioso que se disipa en las pistas siguientes, dividiendo el disco en dos. 

Los sambas son más variados. Desde el fraseo preciso y tajante de Aquele plano pra me esquecer, pasando por la delicadeza marcante de Trégua suspensa, hasta el simplismo poético de Acreditar, adornado con una instrumentación top, para mantener su status de hit. 

Haicai, de género menos definido, aunque apostando por la rítmica nordestina, es mágica, tanto por su optimismo contagioso, como por la interpretación vital, radiante. Fátima Guedes, se lució en su escritura.  

No deja de ser irónica, cuando recurre a Mutante (opción obvia, según unos, pero que refleja, a nuestro entender, su contenciosa relación con la crítica). 

Casi autobiográfica, subliminal, la canción de Rita Lee, le da chance para mostrarse sexy, como en Charme do mundo, de Marina. 

En ambas, Simone se fue por encima del original y ganó. El blues, con citas caribeñas, es un himno al deleite, en que la Cigarra vuelve a la época de la balada-orgasmo. Y con más propiedad que nunca.

“Quando eu me sinto um pouco rejeitada, me dá um nó na garganta…” (...) “Mutante, no fundo sempre sozinho, seguindo o meu caminho… ai de mim que sou romântica!”.  Cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidência.
Ya, Só se for, bolero suyo con Zélia Duncan, crece en la segunda parte, gracias a la interpretación y un poco el arreglo. La letra es nada.

En A propósito, el preámbulo, Simone fue feliz. Con ese grave hondo y casi misterioso, la cantante, logra transformar el impronunciable texto de Fernanda Montenegro en una inquietante invocación sonora (como la de Sou eu, 1993 o Café com leite, 1996).

La Simone roquera está mejor que nunca. Toda la ‘decepción’ posterior, hay que achacárselo a ella. Con Mulher o suficiente, vuelven los tiempos áureos de Sangue e pudins, As curvas da estrada de Santos e incluso, Olhar 43.

También regresa la Simone intensa de las grandes baladas de los 80, con derecho a solos de guitarra eléctrica, órgano y derroche de potencia. La última vez que la oímos así, habrá sido en Loca (1998), demasiado comercial, para ser considerado por muchos, pero es un hecho.

Simone se sabe vestir de rock (y de samba y de pop y de casi todo lo que le caiga en la garganta, pues si algo bueno tiene es que responde y corresponde al género que sea, desde su sintaxis). Pocas pueden desfilar con esa soltura por todos los estilos, sin antes ajustarlos al suyo. Simone sí.  

Por eso en Medos es tan pop, como la más pop y a pesar de haber pasado los 60, imprime juventud al tema, que termina en apoteosis, casi un delirio, poniéndolo a competir con Mulher… por la corona del disco.

Con par de temitas así, se lavaba el alma y pagaba la deuda de osadía que hasta hoy le cobran (olvidando sus no pocas audacias, hoy diluidas por su indiscutible veta comercial).

Pero eso ya sería otro disco. Otro de verdad. Otra idea. Otro momento. É melhor ser, amén de los baches, y sin ser el mejor de los 41, es un trabajo que trae una Simone más viva que nunca, que sabe decir lo que quiere, aunque no lo diga todo.


Ficha:
Título: É melhor ser,
Intérprete: Simone,
Año: 2013,
Disquera: Biscoito fino,
Producción: Leandro Braga & Bia Paes Lemes

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