Sonando en Cuba: La ganadora y algo más



Por: Antón Vélez Bichkov

Bueno ¿qué decir? ayer Yulaisi ‘me convenció’. Luego de verla gritar casi todas las canciones que encaró durante el programa, me pareció que en la Gala final lo había hecho muy bien. Hasta que volví a verla – ahora sin la sombra de la adrenalina y el momento – y confirmé todas mis ideas a su respecto.

Potencia tiene. Entonar, entonan muchos. Ya INTERPRETAR... umm, eso es cosa de grandes ligas (si me permiten el cliché medio callejero). Salvo la capacidad de enfrentar este popurrí – bien pensado aunque me suene a ‘Noche cubana’ de cabaret – con la ‘bomba’ que últimamente se ve y confunde como ‘cantar bien’, no pienso que tenga para ser LA VOZ (nueva o de oro, qué sé yo) de la música popular cubana.

Si bien Sonando en Cuba dejó de ser el ‘buscando al sonero’ de la primera temporada, sigue dominando el espíritu de la música bailable – desde los couch/ mentores, todos ‘hijos directos’ de la timba, que quieren ver sus polémicas opciones ‘artísticas’ reflejadas en los concursantes, hasta la proyección general del término… como si la música de Cuba fuera una sola cosa.

En estos días de concurso, y ante la incomprensión de muchos en mi entorno, me he concentrado más en los programas que ponen ‘buena música cubana’ (casi todos de madrugada o en horarios poco ventajosos) y me confirmo a mí mismo que en las arcas musicales de la isla hay mucho más que ritmo y gozadera.

Arsenio Rodríguez ES música cubana. Donato Poveda ES música cubana. Carlos Varela ES música cubana. Amaury Gutiérrez ES música cubana. Xiomara Laugart haciendo cosas de Alberto Tosca ES música cubana. Lino Borges y Roberto Faz SON música cubana. Hasta William Vivanco, que ha hecho cosas interesantes, pero está lejos de tener una Obra y hace énfasis en la fusión ES música cubana.

Cito apenas autores o voces que oí en las últimas horas, en esos mismos espacios que según la proyección cultural deberían estar en el centro de la promoción y, sin embargo, a veces son programas fantasmas en las emisoras del país.

Claro, en contexto y por contraste – ante lo que llegó a la final – era la ‘mejor’ (incluso frente a Dayana, que a pesar de toda su dulzura y la capacidad de matizar su canto, por momentos se vio rígida, por lo que un jurado seducido por lo popular y lo bailable y sin una pauta clara de lo que se buscaba no la habrá visto tan ‘integral’ como la primera, que salió a comerse el escenario y sólo por eso ya tendría las de ganar).

Por el camino quedó Duani Ramos (foto) que para mí era ese intérprete ‘fuera de serie’ que debería buscar un certamen de este tipo. Voz, interpretación, presencia…

Reivindicado por el público, que le dio su voto, el joven enfermero se coronó como el más popular por encima de Adriel – un muchacho de buena índole, pero con pocas credenciales como artista.

Su interpretación de Preciosa – regalo de la producción a Puerto Rico, que por vez primera emitió la gala por su filial de Telemundo – probó que la popularidad era tan justa como injusta fue su trayectoria en el concurso.

Ramos fue víctima de esa misma indefinición de concepto, género y reglamento – esta última, apuntada entre varios defectos por el crítico musical Joaquín Borges Triana, cuya autorizada opinión nos permitimos citar en extenso:

“La fórmula adoptada para la edición de 2016 le aporta más que la anterior al espectáculo, pero al igual que ocurrió el año pasado, tiene sus matices de injusticia. Así, hay zonas de las tres en que se divide el país, que poseen un mayor nivel de calidad interpretativa entre los concursantes que las otras.

Por eso, cuando de los competidores de cada área geográfica en las diferentes rondas, uno pasa a la llamada zona caliente, ya se ha podido ver que en ocasiones el “descarte” es mejor que algunos de los clasificados por otras regiones del país, donde el nivel competitivo ha sido más flojo.

Asimismo, no es convincente la prueba de los distintos formatos vocales (dúos, tríos, cuartetos), porque si bien ello es otro medidor de las aptitudes y actitudes del intérprete, tampoco es muy justo que digamos dadas las desigualdades entre los temas seleccionados para ser montados y porque en tales formaciones se depende de lo que haga cada una de las parte y si una se equivoca, el trabajo se echa a perder sin nuestra propia responsabilidad.”***

Ello sumado a la subjetividad casi manifiesta del mentor que fue juez y parte – contrario a cualquier sentido común – y muchas veces el padre parcial que aunque diga amar a todos sus hijos a unos los consiente más que a otros.

Todos sabíamos que si alguien debería irse en las preselecciones finales, ese sería él. Nunca Yulaisi, Alcibiades o Yordano, que la primerísima que cayó en la zona caliente no salió más. Algo que Mayito seguro intuía con él y con sus otros favoritos.

Y no pasó con Duani, sacado dos veces seguidas, hasta que fue eliminado ‘por decreto’ (si es que las anteriores no predominó el mismo espíritu).

La noche, tuvo tantas emociones como baches con el audio. Increíble en un programa de factura casi impecable que el audio fuera tan malo justo cuando ‘salía al mundo’. Víctor Manuelle, por ejemplo, tuvo que hablar toda la gala a un micrófono de mano, porque no se oyeron sus primeras frases.

A otros, era preferible ni oírlos, como el caso de Karen Giselle, la ganadora de la edición anterior que en dúo con su promotor y creador de la idea Paulo FG, hizo uno de los singles de su disco (que por suerte no suena en Cuba, ya que su elección fue un mayúsculo pie forzado de la primera temporada). 


En términos generales con Sonando en Cuba vemos la misma unanimidad mediática que percibimos con Latidos compartidos de la que habló hasta María Santísima (bien, siempre bien, porque María nunca juzga, María sólo ama).

Gente que en otras circunstancias y contextos es el Santo oficio de la ‘banalidad’ y el ‘color de rosa’ aquí se deshizo en elogios (con sabor a obligatorio por el modo y la constancia) y elevó la farándula y sus figuras a la categoría de acontecimiento cultural y maestros del arte musical. 

Eso prueba que cuando el mecanismo está engrasado, no hay ‘rigor cultural’, ni ‘trascendencia’ que se resista a las veleidades del comercialismo (y lo más importante al gusto personal del que reseña).

Ojo, que yo no tengo mala opinión de la idea y su forma. Muy por el contrario. Sonando 2 es un hito para la TV Cubana. Tanto por su producción, como por el manejo de sus plataformas. La televisión se hace así.

Mi problema siempre ha sido con el contenido: 

“En sentido general, son intérpretes muy jóvenes que ciertamente aún no han madurado aspectos de la vocalización y el modo de enfrentar los repertorios de la música cubana, donde hay toda una escuela de canto popular, abandonada y olvidada en los últimos tiempos por la ausencia de repertoristas, de asesoría y seguimiento de los vocalistas tanto de grupos como en la condición de solistas, así como por otras deficiencias de nuestro esbozo de industria musical.

Semejante situación, verificable no ya en voces como las participantes en el concurso sino en una gran cantidad de los actuales cantantes cubanos de diversos géneros y estilos, representa uno de los aspectos que más nos debería hacer pensar a todos los que de un modo u otro nos vinculamos en Cuba a la esfera musical, pues el problema no es tan solo responsabilidad del Instituto Cubano de la Música y sus dependencias, sino también de las escuelas de canto, de los sellos discográficos existentes en el país, de la radio y la televisión, y de los que desde la prensa escrita nos dedicamos al tema.” (Borges Triana)***
Por ende, no basta con desempolvar un repertorio o jugar a hacerlo (pues todo lo que sonó es hartamente conocido, a menos que se ande desconectado de la realidad mediática nacional - el verdadero problema de estos días).

No basta con prescindir del reguetón y convertir la ‘defensa de la música cubana’ en una consigna, para hacerle un monumento a la misma. Hay que encararla como va. 

Timberos, salseros y semejantes captaron la seña hace rato y convirtieron la frase en un conjuro. Es como un rezo, un salvoconducto. Si lo dices, todo lo demás se perdona, aunque hagas la peor música del mundo. 

Más que luchar por la salud del disco cubano, defienden su espacio en un adverso escenario que estos contribuyeron a fomentar en esa década de los 90 que algunos de ellos insisten en llamar la época dorada’ confundiendo el boom personal con la calidad de un momento en la cultura sumamente resentido por razones que todos saben.

La música nacional tiene muchos más problemas que el reguetón que, a fuer de adaptación y de capacidad de síntesis, ¡ya es cubano! (duélanos o no).

El premio 

Uno de los slogans del proyecto: 100% música cubana

El premio es un disco, un video (por el mismo director de La gozadera y del clip de Marc Anthony) y lo ‘más importante’, una gira con Olga Tañón (a la que esta chica supera en capacidades). Ahora ¿sonará en Cuba? ¿el mundo? No sé decirlo. No me parece. 

Salvo la manden en un espectáculo del tipo ‘Cuba y sus ritmos’ (exclusivamente turístico y folclorizante) no pienso que pueda hacer carrera como cantante de masas (que es algo totalmente divorciado de la calidad, pero tiene serias exigencias y parte de la expectativa del proyecto). 

Ni tampoco de ‘élites’ que aun con sus lugares comunes y falsos ídolos tienen al menos la pretensión de buscar algo más ‘elaborado’ (comillas por todos los lados y a todo momento). 

Yulaisi ha ganado premios (improvisación sonera Cubadisco-2011), tiene un disco resultado del mismo, ha sido profesional ¿y...? 

Nada. Lo mismo que deberá pasar en lo adelante, porque tendrá voz, pero le falta madera... 

PS. Detalle interesante: la triunfadora integró el grupo de la hija de Adalberto, que estaba en el jurado y llevó la voz cantante. “Fui parte de la orquesta de Dorgeris Álvarez durante cuatro años, donde incursioné como vocalista principal y participé en un concurso musical en Francia”. 

Lea también: Sonando en Cuba 2, mejor, pero le falta... (estreno)

***Publicado en el Portal de la TV Cubana 

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