Por:
Antón Vélez Bichkov ©
Primero
nos ‘subtitularon’ Tras la huella.
Ahora nos repiten capítulos de una Redacción
(en inglés Newsroom) hecha para ver
en kindergarten, apostillada por un comentario previo que más que ‘explicarnos’
lo que vamos a apreciar, pretende decirnos lo debemos concluir tras su consumo.
Parece
que la Televisión (o alguien) decidió que no tenemos capacidad intelectiva para
interpretar lo visionado.
Que
las obras — intencionadas en uno u otro sentido — no se explican por sí solas y
necesitan, invariablemente, de una masticada para digerirlas mejor.
Confieso
que fue como un balde de agua fría. La semana anterior me quedé enganchado con
el duelo entre Jane Fonda y Sam Waterson. El
tema mediático me fascina. Tratado por los propios medios más todavía.Es
tan irónico que la soga le diga arrastrado al majá. Pero así son las reglas del
juego. Aquí y en el más allá.
Tal
ataque a mi capacidad de procesar anuló cualquier posibilidad de disfrute y me
puso a escribir estas líneas.
No
es, ni remotamente, mi idea del empleo de la crítica de arte, como viene
reclamándose a todos los niveles decisorios. Incluso el más alto.
El
comentario no habló nada del timing
de los diálogos, casi escritos en verso, que los hace lucir recitados y, por
ende, artificiales.Tampoco
se centró en los méritos dramáticos o artísticos del libreto o la puesta. Si los tiene.
Sólo
enfocó lo que parece su denuncia y,
en consecuencia, la razón por las nos la están poniendo.
Y puede
que sea una virtud, pero qué triste el pueblo que hay que pasarle todo por la
batidora de la emoción para imponerlo sobre la realidad del día a día.
La
cultura política del americano medio se obtiene en el cine o la TV. Porque ni
Internet. La web, al contrario, es nociva para una visión más apuntalada del
mundo.
En
este caso, al menos, fue directa. No un clamor velado por una consciencia
humana o ambiental como vemos en grandes fantasías como Aquaman y Avatar.
No sé
si por costumbre o pertinencia asumimos sin mayor reparo masajes mentales como
este en los espacios de cine. Aun y cuando se haya vuelto rutinario.
Tal
vez sea porque los hacen especialistas o personas que pretenden serlo...
Si
existe la necesidad, habrá quien la cubra. Incluso, cuando su lectura no vaya
más allá de los obvio que la propia serie representa.
The Newsroom es
entertainment. Plano, directo y convencional. No importa que la haga la HBO.
Que se centre en un nicho preterido
de mercado.
Es televisión y se hace para un espectador promedio, sin tutorial,
porque se explica en sí misma.
Si no
lo logra está mal hecha y no logra su objetivo: llegar a ese público no
informado usando el dramatizado como puente.
Lo
mismo se puede decir de Tras la huella.
Si de algo ha pecado desde su inicio es su sabor a moralina, mostrando con
pelos y señales todo el devenir de la fase operativa y, sobre todo, la vida
disipada del delito que es, a pesar nuestro, lo más disfruta el pueblo.
No
hay nada que eduque más que las
circunstancias del medio. Si no se ve en la vida, no importan que nos la
despalillen en pantalla. Todo seguirá igual.
PS.
Hablando de la crítica y su importancia… de todo este tiempo que vengo
ejerciéndola, más por necesidad de expresión que por impugnar a toda costa, no
he tenido la atención de aquellos a los que va dirigida.
Por
más que me cause alivio — no quiero que mi opinión se vuelva fuente de
conflicto — eso es un síntoma redondo que habla más que si me atacaran a diario
por lo que digo. Ese silencio no otorga. Ni rebaja por el poco caso. Es simple
y llana indiferencia. Y
contra la indiferencia no hay reflexión que valga.
La redacción se emite los domingos por Multivisión, en horario irregular, después de las 7 y tanto de la noche...
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