La Valdés en Fábrica: buena música y buen público



Por: Antón Vélez Bichkov ©

Siempre se dice que el público hace el 50% del show y de la última vez que vi a La Valdés en Fábrica de arte a esta, hay una diferencia. Yanet estaba ahí. Entera. Total. Pero el público también. Ellos fueron a oír buena música y la obtuvieron.

A La Valdés y Meroño, director musical y arreglista de su grupo, les hizo bien cercarse de instrumentistas jóvenes que saben ‘leer’ las orquestaciones de las que hablamos en el comentario anterior.

Orquestaciones que han crecido. Como el buen vino – y sé que suena a cliché – añejo, pero con un aroma fresco.

Es evidente, que se han pulido (aunque hay alguna que otra que aún no encontró su forma, ejemplo: Nostalgia que pide a gritos que le ‘devuelvan’ el tango y con ello su especial atmósfera).

La propia intérprete se siente como pez en el agua con este repertorio que trae clásicos de la música cubana, latinoamericana y anglo que, en lecturas muy actuales, incluso con un toque de futuro, se abren paso entre una generación, totalmente virgen en este aspecto.

A Meroño hay que prestarle atención. Digo, si la idea es mirar más allá de lo ya hecho.

El ¿Qué te pedí? – marca registrada de La Lupe – viene con un ropaje contemporáneo y arranca – como de hecho todas las piezas – aplausos y reacciones de la gente que, a pesar de los tragos y la distracción de la compañía, entabló con Yanet la complicidad que genera la entrega del artista.

La Valdés, como ya es usual, muestra intimidad con los standards y se los traduce a la platea. Piezas que esta generación desarraigada nunca asumiría como suyas.

Hay que reconocerlo, no todos las oían por primera vez y a esos les valía la emoción de lo conocido. Pero la gran mayoría reaccionaba a los nuevos aires. Y en eso, una vez más, el mérito es de los arreglos y la ejecución.

El repertorio fue básicamente el mismo. El que viene trabajando hace un tiempo en esta etapa de su carrera que tuvo su primer gran salto con el premio Jójazz, recibido en el 2005.

Justamente, en el marco del Jójazz, que este año cumplió su vigésimo aniversario, se celebró este concierto, que estuvo antecedido por la gala de apertura en la que La Valdés también cantó, cercada por la Jazzband del maestro Joaquín Betancourt.

Cry me a river sonó en su voz en la sala Tito Junco del complejo cultural Bertolt Brecht, donde este jueves 16 de noviembre se reunieron antiguos premios del concurso.

El bis, inmejorable, resultó un ejercicio de improvisación sobre un canto afrocubano de Şàngó.

Perfectamente acomodada en la nueva sonoridad, la invocación parecía lista de antemano, pero según nos explicaron fue casi construida en el momento.

De Mamá Inés, cierre y clímax del concierto, ni voy a hablar.  Es la pieza más perfecta de esta cosecha y clasifica, sin temor a exagerar, entre las mejores que se hayan hecho hasta ahora.

Acompañaron a La Valdés en esta empresa: Alejandro Meroño, Marcos Morales, Yasel Muñoz, Raciel Aldama, Emir Santa Cruz, Ernesto Herrera y Raúl Fernández.

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