La banda gigante: ¿El Tosco – un problema?

Por: Antón Vélez Bichkov ©
¡Mira que el cubano es mojigato! Tan florido que es su lenguaje coloquial. Tan solemne que desea verse en pantalla.
Muy acostumbrado al doble registro, el espectador promedio se escandaliza cuando se mira en el espejo. O mejor dicho recibe el eco de su habla cotidiana poco cuidadosa en lo léxico y lo moral.
El aguacero, más bien el chinchín de criterios, cayó parte en Cubadebate y parte en el Portal de la TV.
Ubicación original del comentario que enjuiciando – bastante bien, dicho sea de paso – La banda gigante, el nuevo estreno de RTV Comercial, también se permite una ‘licencia poética’ y cataloga el programa con una de las frases clásicas del 'maestro'.
La misma autora, de estar en otro ánimo y ser otro el sujeto, se lo habría comido por una pata.
¿O no fue quien hizo campaña en contra algunos presentadores de la propia RTV por el 'mal uso del idioma'?
El problema real del Tosco, no fue el lenguaje 'pintoresco’, ‘sexista’ o ‘liberal’.
Fue su irrefrenable y constante necesidad de inyectarse extravagancia para mantenerse en foco.
Mientras Daiana García (una jurado de lujo) y Alain Pérez (que no se queda atrás), hicieron énfasis en aspectos técnicos de la ejecución, José Luis Cortez, que debe tener repertorio por ser alumno de escuela, de academia, no sólo les restó un tanto la fuerza moral, sino que resolvió su intervención con dos o tres simplezas en las que fueron clave las palabras de impacto que, sin ser, lo tienen en el centro del programa y 'arriba de la bola' (usando un dicharacho de un colega de profesión).
Cortez logró su objetivo: impactar.
Me recordó mucho a Santiago Alfonso, en Bailando en Cuba, que se fue por lo folclórico-anecdótico, para suplir una aparente falta de asunto.
No será con la Tocata y fuga o con una mención incidental de Bach o el nombre de una nota que El Tosco probará el tremendo músico que todos dicen que es. ¡Rayos, Tosco, tú puedes más! ¿O no?

Tampoco su ‘colorido’ justificará la presencia en un show en que absolutamente nadie reprochó la participación de una Telmarys, con mucho menos méritos que él, y con un vocabulario no mucho más selecto.
Entre el cubaneo forzado y las metáforas de mala calidad la ¿rapera? auspició una sección de trazos demagógicos en que no demostró ser apta pa’ la cámara. Muy mala su dicción y su voz monótona para sentarse a entrevistar.
Quisiera decirle: “Telmarys... qué equivocada tú estás de la vida, qué equivocada”.
Pero sería medio agresivo. Más, cuando nadie parece notar que la 'artista' no pasa de un globo inflado.
Inflados estaban Haila con sus cromitas, Mayito con sus berrinches y Paulito con sus aires de doctor en música sin cartera.
Pero su dinámica, como promete en este caso, era adecuada a un programa que, contrario a la pretensión y la propaganda, no es, ni puede ser un hecho cultural. Lo he dicho en otras ocasiones. En todo caso, es un acto mediático, con trascendencia cultural… aunque personalmente lo dudo.
¿Cuántos dejaron de oír la música banal y (re)descubrieron los clásicos cubanos tras un Sonando en Cuba?
Ojo, no soy abogado del diablo, ni abogo por entronizar la vulgaridad en pantalla.
La vulgaridad ya tiene horario fijo en todos los medios por la escandalosa desproporción de música popular que, convengamos, no hace gala de una lengua más rica y valores más 'elevados'.   
Los problemas del programa
Por muy novedoso que sea el concepto (habría que surcar un poco más en los mares de la red, para descubrir si es enteramente exclusiva y original), tiene un problema de fondo: 
¿crear una orquesta para hacer programas y bandas sonoras?
Mientras la mayoría de las televisoras se despoja de apéndices innecesarios y démodé como una orquesta o un ballet, RTV Comercial, que opera con un concepto 'más actual’, se embarca en una nave que puede zozobrar tan pronto lo decidan sus marinos.
A menos que los obliguen a firmar y que, realmente, tenga salida, nada garantiza que un escogido permanezca en la banda y que ésta tenga trabajo siempre.
¿Una plantilla más? ¿Para el ICRT? ¿Y dónde está su orquesta?
Que sepa yo, y confieso no tengo todos los detalles, cuando en el mundo se forman bandas semejantes, se hace para proyectos puntuales y con personas escogidas.
La producción que con cada nuevo proyecto supera al anterior sigue levantando la misma duda: ¿con qué se paga todo eso?
Parafraseando el eslogan de los hospitales: la cultura/TV es gratis ¡pero cuesta!
No es que ahora clame porque se vuelva al patrón de visualidad deprimente con que nos acompañó de los 90 a los 2000.
Pero uno de los caminos seguros al barranco es el derroche. Proyecto que no se justifica (financieramente), en algún momento ha de naufragar. 

En términos generales el programa no aburrió. La competencia, con alto nivel de especialización – por lo específica que es la ejecución de un instrumento – mantuvo el interés y el elemento lúdico.
Quizás fue radical en las despedidas. Muy rápidas. Pero fue la metodología que adoptaron.
Confieso que no me da curiosidad saber los gustos musicales de un Carlos Tavares. Mas habrá a quien sí.
Por ahora, me conformaría con algo que sorprenda. En su lista de los cinco más, todo lo que vi fue altamente predecible.
La única sorpresa fue la casa… no porque no pueda vivir en ella, sino porque no me parece que viva. 

La fuerza está en Manolito 

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