Confieso que estaba listo
para escribir maravillas sobre Con Ciencia, la nueva serie de
Cubavisión.
Los avances me tenían
lelo. ¡Televisión contemporánea! Texturas modernas. Tomas impresionantes. La
intención cobrándole a la puesta todo lo que le podía ofrecer.
Nada
que veamos con frecuencia en la isla.
Pero
un tráiler es eso, un tráiler.
Una
selección de imágenes dirigidas a embelesar nuestras retinas. Algunas
más entrenadas que otras. Pero todas vulnerables al buen drama.
No lo niego: Con Ciencia,
escrita y dirigida por Rudy Mora, tiene factura. Muy buena. Al nivel de lo que
hoy se ve en otras pantallas.
Mora es Director. Raquel no. Por sólo citar un ejemplo fresco. Y aunque, a veces, los destellos de
genialidad programada lo hagan poco inteligible (al punto de pulverizar sus pretensiones[1]) es alguien con mucho qué
decir en materia audiovisual.
Sin embargo, no siento el
mismo pulso en el libreto.
En él se mezclan dos
problemas ya habituales: no puede traicionar el cotidiano – la vida o lo que la
gente está dispuesta a aceptar como tal – pero no logra trascenderlo para volverlo arte.
El nombre de ese virus: inmunodeficiencia
adquirida de la guionística antillana (IAGA).
No hay ‘ciencia’
dramática por estos lares.
Así, la serie sufre de esa
especie de fatalismo geográfico que le impone un registro demasiado leve para
una intención que se perfila fuerte.
Sólo aquí una técnica
puede hacer tanto drama porque la manden a hacer su trabajo, al punto
que sirva para un detonante (término medio) de una serie de ficción.
De hecho, el detonante no se
entronca con el cuerpo del capítulo, muy lejos de un piloto al uso y de la
promesa que nos hizo Rudy de hilvanarlos todos a partir de esta
circunstancia.
También que una
filtración abra tal grieta y genere un duelo entre dos científicas, con
derecho a tema incidental cargado de tensiones.
‘Enfrentadas en la vida y
en la ciencia’.
Meternos de a lleno en la
jerga temática y el contexto que retrata es una falla. Y Rudy cae en eso. Al
mismo tiempo, es sabio entrar con dilemas más cotidianos, pero no tan
triviales…
Los temas de tensión no
resuelven la falta de sustancia de una escena (aunque eso también es una fórmula
de los laboratorios… los de los malos dramas).
La idea es mostrar que
los científicos son gente como uno. ¿Y quién lo duda? ‘Todos lo somos’.
Incluso, probar cómo las
pequeñas cosas son capaces de minar las grandes obras.
Pero la cuña del salario
(“en este país con mil pesos no vive nadie”) ya es mala praxis. Un golpe bajo…
y a consciencia.
No temo decir que me costó
captar lo que está en juego. Por ello, más me costó conectarme con su trama.
La serie juega en claves
familiares, intenta personalizar el conflicto, pero por ahora no aterriza. Por
mucho que se regodee en cosas diarias.
Por todo ello, el
estreno, virtualmente, se nos evaporó entre las manos. Como un éter de
laboratorio.
A lo que se unen las dos
semanas en ayuno en que nos tuvieron tras el fin de De amores y esperanzas.
Sólo aquí se puede
enfriar la pantalla con repeticiones o preámbulos (necesarios, pero que se podían conjugar con la premier, valga que los sábados el tiempo sobra[2]).
Actores. En el elenco se siente un
deje años 80 cuando nos adentramos en
los diálogos gremiales.
Mora reunió un todos-estrellas
de la actuación. Algunos por derecho propio. Otros, porque ya no quedan astros.
Pero los
actores criollos, lo tengo comprobado, no saben incorporar personajes
profesionales sin darles un aire impostado que, quizás, no logremos descifrar en
obras extranjeras.
Justamente, por ser
'gente como uno', sabemos que nuestros abogados, científicos o médicos no
hablan con aires doctorales o elitistas. Para bien o para mal...
Créditos. Los créditos, se hicieron para leerlos. En este caso, a pesar de la
buena gráfica, se nos pierden los rótulos. Quizás por estar concebidos para pantallas
de mayores proporciones.
Aun así, mantengo la
esperanza. Sobre todo que un día, la Televisión Cubana alcance ese acabado que,
por ahora, sólo se comprueba en obras breves o proyectos
especiales. Con Ciencia dio el primer paso. Veamos quién lo sigue...
© Antón Vélez Bichkov
PS. También sólo aquí es
tan difícil hallar material de apoyo para calzar con imágenes los textos de
temática audiovisual. ¡Ni RTV supera esa brecha!
[1] Vean Diana, cuya
comunicación estuvo en jaque, por los excesos visuales.
[2] Se fue otro
musical sabatino y dejó un hueco que adelanta La película del sábado, que hoy
perdió todo su magnetismo de otrora, por ello, cualquier plus en la
programación se agradece.
Comentarios
Salvo el detalle del auto en movimiento (¿qué misteriosa clave escondería?) el resto del embate, novelesco, pero creíble en las voces de Nancy y Amarilis, fue un punto alto de un episodio que fue aportando elementos 'vivos', para pactar con la ficción que nos propone:
'El viaje', 'las traiciones', 'el tarro', 'los traspiés'...
También situaron el asunto de la droga y los riesgos de la juventud (sin tocarlo a fondo).
Aquí y en el diálogo en la unidad Rodolfo Faxas mostró buena madera histriónica.
Los elogios a Nancy sobran. Emotivas las transiciones y matices en la cena.
Hubo, eso sí, su moralina:
'El castigo a los malos'. 'La justicia triunfa'. 'La dirección pone en su lugar lo que esté fuera de él...'
'Haz bien, pues no sabes a quién necesites mañana'. 'La galleta sin mano' (que duele más), etc.
Obvio, que había que salvar la honra de la institución que aparece por primera vez en el drama y lo hace como un nido de víboras.
Amén de reactivar la esperanza, tan necesaria para la vida cotidiana.
Blanca Rosa Blanco circuló como un fantasma durante todo el episodio. Se supone, porque eso rinda en el próximo.
En verdad, ella tuvo un aparte en el estreno, pero se quedó ahí.
Si Con Ciencia hubiera concentrado todos estos hechos en su emisión quizás tendría un mejor piloto. "
PS. Los créditos siguen invisibles.